Yo vivo en una casa que mira al río…
Entre soles de fuego y lunas de hielo, entre furias de espuma y atardeceres serenos, aprendí a convivir con las tormentas, las que venían desde lejos hasta mí ventana y las que rugían dentro de mí. Descubrí alegre y dolorosamente el flujo eterno que lo gobierna todo. Aprendí a abrir mis brazos para recibir al que llegaba del río y a abrirlos también a la hora de dejarlo partir.
El agua, los vientos y el cielo, igual que la vida, trajeron y se llevaron muchas cosas. Fueron conmigo más generosos que mezquinos. No importa cuánto sacudieran mi casa las tormentas: siempre tuve a mi lado el amparo de una canción.
Lo que he visto pasar ante mis ojos, lo soñado y lo vivido, lo atesorado y lo perdido, está resguardado en estas canciones amadas. Mirando al río, te las ofrezco con mi alma y mi voz.
I live in a house that looks to the river…
Amid fiery suns and icy moons, amid furies of waves and serene afternoons, I learned to live with storms, those that came from outside my window and those that seethed within me. I discovered happily and painfully the eternal ebb and flow that governs everything. I learned to open my arms to the one who came from the river and to open them again when it was time to let him go.
Water, wind and sky, like life itself, brought me things and took them away. In the end they were far more generous with me than cruel. No matter how much the storms shook my house, I always had the sanctuary of a song.
All I have seen, all I dreamed, all I lived, all I saved and all I lost, resides in these beloved songs. Looking to the river, I offer them to you with my soul and my voice.
María