“Por haber gozado tanto“

Por Daniel Gutman, Revista Ñ (Clarín), 24 Enero 2004 — Con armas para ponerle una sensualidad distinta pero igualmente intensa a un tango, a un bolero o a una canción de Vinicius de Moraes, María Volonté es una cantante sólo parecida a sí misma. Desde 1995 canta cada jueves en el Café Tortoni, donde su repertorio es estrictamente tanguero, pero se anima a mucho más los martes de enero en Notorious, de Callao y Marcelo T. de Alvear. Allí crea un clima de extraordinaria intimidad, mezclando tangos clásicos con un bolero de Mario Clavell o con una bella y muy personal versión de la Flor de la Canela, el vals peruano de Chabuca Granda, acompañada sólo por el contrabajo de Oscar Giunta.

“He vivido – dice ella – una vivida lo suficientemente intensa como para haber conocido todos los mundos. Me ha tocado cantar descalza sobre las mesas para los borrachos de Constitución y también en los palacios. Toda mi vida mezclé tango, folclore, chacarera, zambas, música latinoamericana, fados portugueses o una canción del Piaf si la sentía en el estómago.” Volonté insiste en que no le gusta “estar en la jaulita de un género” porque “mi alma y mi cuerpo me piden otra cosa” y porque sabe que es raro privilegio el que ella tiene, ése de poder hacer de su vida, un juego. “Me equivoco muchas veces, pero no tiene precio eso de tirarse por el tobogán y darse un chapuzón de agua helada.”